APLICACIONES PEDAGOGICAS
En los años que he trabajado con los cuentos, he tenido la fortuna de cruzarme con docentes formales y no formales que sabían sobre la imperiosa necesidad de cambio de mirada en la educación; nada que "emparchar", si no la firme decisión de animarse a cerrar ciclos que ya están cerrados y poner en escena los recursos que permitan la vivencia del amor que nos habita. Ellos me permitieron que presentara en sus escuelas el cuento y el juego como cambio que habilite la curiosidad... "el desear saber", para construir el camino hacia el aprendizaje.
Bajo la convicción de que todos los involucrados en el desarrollo creativo de un niño deben estar en contacto, entendí que las familias debían aproximarse a la escuela, en un principio con motivaciones tal vez no tan específicas respecto al compromiso de ellos o de la escuela como institución, si no más bien desde un lugar más sensible, amoroso y menos conflictivo. Entendí también que había "nichos" de comunicación que eran ideales para que los papás acercaran experiencias personales a la escuela y a sus hijos dentro de ella; y al mismo tiempo los docentes, les dieran algo que no fuera la crítica o el "consejo de cómo hacer bien las cosas". La herramienta a utilizar fue el cuento y la elaboración de un relato con una actividad manual, como era el tejido, el bordado y la costura.
Entre todos construimos una participación similar en cuanto a responsabilidades, dar y recibir, grado de confianza entre las partes, y la expresa convicción de que todos estábamos allí para el mayor bien de los niños... y de nosotros mismos.
La actividad convocaba a varios encuentros dentro de la escuela, donde mamás, papás, abuelas, hermanos mayores y docentes de los niños que asistían a la escuela, se encontraran a compartir historias, relatos, anécdotas de sus infancias; posteriormente convertir ese relato en un cuento y este cuento en un objeto.
Y EL AMOR VA GANANDO ESPACIOS...
En otros casos, el cuento se aplicó directamente para trabajar con los niños en la escuela, siempre convocando e involucrando a toda la comunidad escolar.
El cuento y el juego no eran un momento de esparcimiento, eran el aprendizaje y la vivencia en sí mismos. Todos vivíamos el cuento con la curiosidad de ir abriendo puertas que nos llevaban a experimentar nuevos saberes, aprendiendo a nombrar nuestras emociones y comprendiendo éstas como lo inherente al humano que somos.
El primer proyecto se desarrolló en una escuela primaria de la provincia de Santa Fe, en San Jerónimo Norte, un pueblo de siete mil habitantes.
El tiempo fue un aspecto a conversar entre las docentes que pedían la actividad, mi propuesta y la supervisión de la Secretaría de Educación; el proyecto había sido diagramado para desarrollarse durante cuatro meses, en ese tiempo debían continuar los niños con el aprendizaje tradicional de sus materias, y a la vez el cuento nos iría invitando a reglas, descubrimientos y acciones. Pensamos la forma en que todo eso confluyera en cada materia que "formalmente" debía seguir su curso según lo especificado por el Ministerio de Educación, y así lo hicimos. Muchas decisiones se tomaron en un delgado equilibrio hacia un cambio necesario y urgente, ellas nos permitieron ser libres y los niños hoy, en estado de conciencia, lo agradecen. Los que participaron de aquel primer proyecto hoy son jóvenes que se encuentran cursando sus carreras universitarias o han construido sus familias, y he tenido la fortuna de volver a contactarlos y que ellos expresaran cuán agradecidos estaban de haberlos acompañado en el reconocimiento de sus propias libertades y haberlos dejado aprender a través de su necesidad de hacerlo, y de algo tan cotidiano como un cuento.
Cocinamos, actuamos, reímos, leímos, escribimos cartas, razonamos juntos, elegimos democráticamente según las opciones que el cuento nos planteaba, y después de cuatro meses, resolvimos misterios y festejamos con una maravillosa fiesta, el que todos hubiéramos atravesado puertas con valentía y en compañía de nuestros amigos y maestras.
Luego llegó México, allí pude experimentar entre el 2012 y la actualidad procesos similares convocados por escuelas dependientes del estado, en instituciones culturales y colegios privados. En todos ellos seguí la misma dinámica, el cuento era la puerta que invitaba y abría el juego para convertirse en una herramienta que empujaba a aprender en forma orgánica.
En todos los casos y considerando la diferencia entre culturas, había que romper estructuras, mientras que otras seguían siendo vitales como marco de apoyo para un orden absolutamente necesario.
Posiblemente las fotos que les comparto a continuación, no signifiquen más que una imagen agradable sobre un momento feliz, pero déjenme explicarles lo que hay detrás de ellas: hay madres y padres que atravesaron sus miedos y prejuicios ante el posible ridículo de jugar junto a sus hijos; madres y padres que pidieron permiso en sus trabajos para venir a tejer o a bordar un cuento; docentes que creyendo que ya no había una forma nueva se animaron a ser una bruja o un mago y ponerse en primera persona en un relato; padres y docentes juntos, que inventaron una salida en medio de una pandemia, donde había que hacer con lo que se tenía; escuelas y colegios que decidieron que aunque no estuvieran ciento por ciento seguros de lo que atravesaban, lo hicieron; escuelas que abrieron sus puertas sabiendo que esta herramienta los llevaría a buen puerto, pero sin tener los recursos económicos para desarrollarlo (SIEMPRE SE PUEDE); docentes que estuvieron solos ante su institución o sus compañeros, CREYENDO que se podía hacer algo diferente, pero pocos o nadie los escuchaban; bibliotecarias y bibliotecarios que vieron en un libro mucho más que palabras e historias; profesionales de la psicología y la educación que no solo estuvieron atentos, sino que accionaron hacia el cambio; abuelas y abuelos que muchas veces fueron los primeros en jugar, y niñas y niños que siempre estaban dispuestos para el juego, para el descubrimiento, para la alegría, para el aprendizaje.
Todos los tiempos representaron un paradigma que romper o atravesar,
éste también.
Todas las imágenes pertenecen a talleres realizados para padres, docentes, profesionales en psicología y educación, niñas, niños y jóvenes, desde el 2007 a las actualidad, en Argentina, México, Guatemala y Colombia.
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